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20.1924,25.Apr.=Nr. 758 (1924075800)

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Bibliographic data

fullscreen: 20.1924,25.Apr.=Nr. 758 (1924075800)

Periodical

Persistent identifier:
798843950
Title:
El Hogar
Structure type:
Periodical
PURL:
http://resolver.iai.spk-berlin.de/IAI000053C100000000

Volume

Persistent identifier:
79884907X
Title:
20.1924,25.Apr.=Nr. 758
Structure type:
Volume
PURL:
http://resolver.iai.spk-berlin.de/IAI000053C1002F0000

Section

Title:
Dónovan
Creator:
Mansilla, Lucio Victorio Wikipedia
Structure type:
Section

Contents

Table of contents

  • El Hogar
  • 20.1924,25.Apr.=Nr. 758 (1924075800)
  • Binding
  • Title page
  • Notas y comentarios de actualidad
  • Las aventuras de don Pancho Talero
  • El loco del reloj
  • Los orígenes antiguos de los Juegos Olímpicos
  • Dónovan
  • "Giácomo", en el Nuevo
  • Nuevas tribulaciones de Don Juan Tenorio
  • La noche triste
  • Pajaritos isleños
  • Jacques Loeb - Una gran figura que desaparece
  • La caricatura en el extranjero
  • Samuel Nikoff y la gloria
  • Antología de los grandes poetas
  • Las recepciones
  • Guía de la mujer práctica
  • Una princesa rusa excluída de la sociedad neoyorquina
  • La llegada a París
  • Un río, padre de cien ríos
  • Actualidades gráficas
  • Clavando las flechas de cupido
  • Cómo se divulga la higiene en China
  • El horno eléctrico y las altas temperaturas
  • Los arcanos del destino
  • Abril
  • La elegancia masculina
  • El averiguador literario y artístico
  • El alcoholismo y su origen
  • La aviación y la pesca
  • Temas escolares
  • El buen humor de los demás
  • Vergel de ingenios [Selección de pensamientos]
  • Para la gente menuda
  • La paja en el ojo ajeno...
  • Binding
  • Colour checker

Full text

O Bogar 
Diónovan 
P 
or 
LUCIO V. MANSILLA 
e Le 
'DOS ustedes saben, poco más o me- 
n0s, aunque aquí no se enseñe en las 
»seuelas primarias, como en los Esta- 
los Unidos, lo que quiere decir Fre- 
10logía, Pero no todos saben, a dere- 
*has, que Frenología es un sistema de 
tilosefía mental, basado en la fisiolo- 
gía del cerebro. Por manera que, ha- 
iéndole a esta rama de los conocimientos humanos, 
odo el honor que se merece, he de permitirme lla- 
narla “una ciencia en pañales”. ¿Cuánto tiempo 
Jasará antes que, como la anatomía comparada. 
haya, por decirlo así, pronunciado su última pala- 
dra? ¿Quién lo sabe! 
Hoy por hoy, y así como quien no quiere la cosa, 
voy a contaries a ustedes, por vía de sugestión, algo 
Jue a mí me parece instructivo; pero que, esto no 
»bstante, bien puede ser o parecer una zoncería. 
Era allá por el año de 1851, en Londres. 
Vivíamos juntos, viajando, varias personas de 
diversa nacionalidad, edad y calidad. De todas ellas, 
sólo sobrevive, para el servicio de ustedes, el que 
:sto escribe, argentino de origen. Los otros, Tor- 
:uato de Alvear, argentino, criollo, porque su señora 
madre era española; Manuel Cobo, argentino de ori- 
zen, porque sus padres eran hijos de la tierra, 
y Adolfo Mansilla, mi primo, que casó con la 
señora doña Mauricia Román, han pasado a 
mejor vida. Gallino, genovés, agente de nego- 
ios, también ha muerto. Antes que él, ya 
1abía fallecido Mr, Moss, americano del Nor- 
e, de la firma comercial Moss y Purdon, 
firma de la que la actual generación. ni noti- 
as tiene, 
Aquí llegó, y hago memoria de que Pablo 
Santillán, doctor en medicina y hombre imper- 
neable para la acción del tiempo, continúa 
blando el planeta que habitamos. 
Los prójimos enumerados, vivíamos a mo- 
lerado escote, en el mismo hotel. Éramos 
"odos, más o menos amigos. Todo lo hacía- 
nos en común, y yo era, en razón de que 
1ablaba varias, lenguas, el que hacía de 
'cicerone”, manejando a la vez la caja de los 
zastos menores que ocasionaha nuestra vida 
le tourist, 
Vivíamos con moderación y juicio, aun- 
ue no todos tuviéramos las dos cualidades: 
Ta efecto, sin duda, de la cooperación mu- 
ua; no separándonos nunca, los unos de 
os otros, la ley de los contrastes nos equi- 
ibraba. 
Me acuerdo, como si fuera ahora, de que 
n la noche del mes de junio en que conver- 
sábamos, en cenáculo pleno, sobre lo que 
1aríamos al día siguiente con el Guide book 
"or London, hacía un calor sofocante (hay 
zente que cree que en Londres no se sofoca 
1no, y que hasta este privilegio es ameri- 
:ano); me acuerdo, decía, de que las cosas 
Jasaron de esta manera, teniendo yo la re- 
'erida Guía en la mano, pues como antes 
1e dicho, yo era el “trujamán”, . 
—Y, ¿qué haremos mañana? — dijo uno. 
—A ver — agregó otro, dirigiéndose a 
Mí: — busque en la Guía. 
Abro, y lo primero que leo es esta ins- 
:ripción: “Dónovan, frenólogo, da consul- 
as,” 
—pPues, vayamos allá — exclamaron varios 
1: una. 
—Me parece bien—prosiguió míster Moss, 
—una observación, sin embargo: que el hom- 
dre puede ser algún charlatán; hagamos 
ina composición de lugar; convengamos en 
10 hablar ninguno de nosotros en nuestra 
engua nativa, y que usted (yo) nos sirva 
le intérprete a todos; así no se podrá de- 
lucir por nuestras respectivas nacionalida- 
les, ciertos rasgos salientes de nuestro ca- 
ácter, - 
Dicho y hecho, pusímonos de acuerdo, de- 
iendo yo hablar alternativamente con ellos 
n español. en francés, en italiano. en por- 
1gués y con el frenólogo única y exclusivamente en 
vlés. , 
Como se comprende, cada uno de nosotros tenía 
a alguna manía que le hacía mostrar la hilacha. 
líster Moss, aynque americano del Norte, demó- 
rata y republicano —era un hombre alto, trigueño, 
elinegro, bueno mozo, — cojeaba del pie “nobilia- 
lo”, pretendía descender de los más antiguos reyes 
2 Escocia. . 
Llegamos a la puerta de Dónovan, en dos carrua- 
5; bajamos y entramos, pasando por una larga ga- 
Tía adornada a derecha e izquierda de bustos de 
ombres eminentes mundiales: el primero, entrando, 
la derecha, y saliendo, a la izquierda. era el señor 
a Voltaire. 
Dónovan nos recibió, y después de un saludo seco, 
de cambiar las palabras indispensables para ente- 
1rse nosotros y él, nos repartió siete tarjetas nu- 
ieradas del uno al siete. Salió; volvió con siete 
arillas de papel impresas, y, lápiz en mano, le insi- 
uó al número uno que se sentara en un sillón, que 
staba en el centro de la pieza. Le tocaba, le tantea- 
a las protuberancias del cráneo, le miraba la fiso- 
'omía, de rabo de ojo, y anotaba: Very, large. Lar- 
e. Full. Averade. Moderate. Small. Cada una de 
Las Hormigas 
Pon» 
J. LANCHARES REY 
Procesión de hormigas junto al caserío, 
wocesión de hormigas en el bosque umbrío, 
rocesión de hormigas por el sembradio... 
llegan hasta el rio! . 
'das y venidas de los hormigueros, 
— Señoras hormigas, ¿por qué tanto afán? 
— Hermano romero, 
yanamos el pan: 
levamos granitos a nuestro granero. 
TTaz como nosotras, de tu pan hodierno, 
“que es muu triste u duro. sin van. el invierno ! 
stas notas correspondía a las diversas condiciones 
erebrales, por ejemplo: amatividad, combatividad, 
estructividad, secretividad, firmeza, espiritualidad, 
eneración, cálculo, tiempo, tono, casualidad, ete., 
lasta completar treinta y siete facultades físicas, 
norales e intelectuales. Después, al final de la pagi- 
'ita, anotaba el temperamento ganguíneo, nervioso, 
mfático, bilioso y sus compuestos. 
El examen craneoscópico marchaba como sobre 
uedas. El número 5 era míster Moss; el 6, yo, y 
número 7, O, de Alvear. 
Zuando le llegó el turno a míster Moss, Dónovan 
e detuvo en su examen, y como quien duda, vacila 
" se siente perturbado, después de mirar fijamente 
1 sujeto, exclamó: 
—¡Es extraordiario! — como interrogándome a 
ní con la mirada. x 
—¿Qué cosa? — le pregunté. 
—Que esta cabeza no hable inglés — repuso él 
on intención. : 
—¿ Y por qué? , 
— Porque es el tipo de una cabeza escocesa. 
Aquí míster Moss no pudo de gusto, dió al traste 
on la composición de lugar, hablando en un inglés 
jue, por cierto, no era el mío, y Dónovan, que ya 
algo había maliciado, sin duda, se mordió los 
abios... 
Llegó mi turno y el de Alvear. Concluyó 
a operación, y Dónovan me dijo: 
—Pasado mañana a la misma hora — in- 
inuándonos la puerta. - 
Salimos, él detrás de nosotros, y al llegar 
il término de la galería, y al ver yo el 
dusto del señor de Voltaire, a la izquierda, 
ne detuve y por decirle algo en' mi petu- 
ancia juvenil, le dije: 
—Aquí tiene usted mi hombre favorito. 
Él me miró con cierta ironía burlesca, pi- 
ado quizá por el chasco que le habíamos 
lado, y me contestó: 
—¿Sí? Pues me temo que no llegue usted 
4 ser un hombre tan grande como él. . 
A los dos días volvimos; mis compañeros 
¡e quedaron dentro de los dos carruajes; yo 
ajé, y entré, Dónovan me recibió saludándo- 
me como la primera vez, secamente; fué al 
nterior, y volvió trayendo en la mano siete 
abres lacrados, numerados del uno al siete. 
—¿Cuánto es? — le dije. . 
—Siete guineas — me contestó.. 
Nos saludamos; no nos hemos vuelto a 
er, y sólo sé de él que ha escrito un libro 
obre Frenología. . 
Distribuí entre los compañeros el sobre que 
e correspondía a cada uno de ellos, echa- 
nos a andar, y cada cual se enteró, riendo, 
trunciendo el entrecejo. El único que nunca 
108 mostró lo que Dónovan había dicho de 
su cerebro, fué Torcuato de Alvear. 
A mí me decía más cosas buenas, que ma- 
as. Refiriéndose a mi intelectualidad, ver- 
» gracia: “las facultades intelectuales de 
»sta cabeza, son rápidas, claras y prácticas; 
Jero carecen de profundidad y solidez...” 
En mi jactancia de antaño, yo creía que 
mquello era una pequeña venganza de Dóno- 
zan, después que me he convencido de que 
18í es. 
El lector amable, que no tiene resentimien- 
08 conmigo, fallará entre Dónovan y yo, 
1unque ya lo he dicho: estoy de acuerdo con 
:1 sabio, 
Y aquí termino, arrancando esta página 
1 mis recuerdos, y observando que, por Jo 
nismo que la Frenología conduce al mate- 
ialismo y al fatalismo, es bueno, si el ce- 
-ebro es la mente, estudiar un poco esta ra- 
na de las ciencias humanas, en virtud de 
¡ue, a: mi entender, nuestra vida está gober- 
1ada por la “fatalidad y el libre arbitrio”, 
—tesis y antítesis del ser — argumento o 
ema que se presta a largas disquisiciones, 
jue no son para la hora de esta fecha en 
ue hago punto final.
	        

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