Full text: 1.1923,Okt.=Nr. 1 (1923000100)

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obrero ha sido siempre la causa de las dificultades que han im 
pedido la unión de los trabajadores. El día que el movimiento 
proletario esté en manos de los mismos obreros, movidos por 
intereses únicamente obreros, la unión será un hecho. Los que 
estamos algo enterados de los entretelones policíaco-proletarios, 
sabemos que los agitadores profesionales y los periódicos rojos 
.están pagados por los gobiernos ocho veces de diez. La única 
palabra sana que se ha predicado a los que sufren la esclavitud 
moral, es la pronunciada por Jorge Sorel, mezcla de benedictino 
y de revolucionario. No, el hombre, más que un ser de tempe 
ramento económico, como sostiene el marxismo, es un ser de 
temperamento religioso. Con la historia nos demuestra que solo 
•el fervor ha hecho avanzar a los hombres. Es por lo tanto ne 
cesaria la actitud heroica dentro de la clase oprimida para que 
las murallas capitalistas artificiales a esta altura del progreso 
espiritual, sean arrasadas. El sindicalismo romántico se coloca así 
más en la realidad histórica que el marxismo positivista; puesto 
que aquél no pretende destruir nada de lo alcanzado técnica 
mente por los pueblos, sino que coloca la revolución en el mun 
do moral coincidiendo aquí y completándolo con la Internacio 
nal Claridad, que se ha quedado demasiado en la vaguedad in- 
telectualista. El caso de Italia, desde un punto de vista filosó 
fico, no puede más que angustiarnos, pues nos demuestra lo 
lejano que está aún el día de la justicia. Pero considerado cien 
tíficamente nos interesa, pues sumado al caso de Rusia y al 
estado de Europa, nos advierte de la realidad biológica del na 
cionalismo industrial y económico. Nuestra misión entonces 
debe ser un implacable martilleo contra los viejos ídolos del 
proletariado y una serena custodia de los valores técnicos y mo 
rales adquiridos por la civilización. En cuanto al progreso y a 
la consecución de una paz universal, nos declaramos optimistas 
y creyentes en un fatal alumbramieno del espíritu. La guerra 
ha sido desastrosa para la civilización. Pero ha liquidado para 
siempre la estabilidad burguesa y ha puesto al proletariado en 
el camino de Damasco. Además, los millones de muertos no han 
sido en vano. Esos homenajes de pueblos enteros al soldado 
•desconocido y esos fantásticos cementerios llamados parques del
	        
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