90
EL LIBRO DEL DIA
tuosa de alabanzas, y parecía que en ninguna parte, tam
poco, se hubiera expresado el triunfo de regocijo del «Mag
nificat» como en esas Vísperas ardientes de Lourdes.
La fealdad de la mezquina iglesia desaparecía; se des
vanecía, por otra parte, entre los copos gris perla de las
oladas de incienso y temblaba en medio de la maraña de
rayos de sol que caían de lamparillas mezclándose con los
focos de luz eléctrica encendidos en los centenares de lam
parillas de las arañas. Podía uno creerse en otra parte, y
saborear, por algunos minutos, el bienaventurado olvido
de la fealdad, y la alegría infinita de ver ofrecer al fin á
Nuestra Señora un presente realmente digno de ella.
Y pienso en todo lo que se podría dispensarle amorosa
mente en Lourdes... misas mayores celebradas según el
modo gregoriano, como lo quiere, por otra parte, el «Mo
tu proprio» del papa; y grandes y pequeñas horas, de las
que no se vislumbra, públicamente al menos, huella algu
na en la basílica y en el Rosario; nadie ha oído cantar, ni
el domingo, el oficio admirable de las Completas. Y el pe
queño oficio que lleva su nombre, que fué hecho expresa
mente para ella, está bien indicado, así como esas conmo
vedoras è ingenuas prosas que tejió la Edad Media para
ensalzar sus dolores y sus goces. En fin, habría que ins
taurar el «Laus perennis» de la liturgia marial en Lour
des. Si se quiere, éste funciona hasta cierto punto, porque
los cánticos no cesan día y noche. Pero ¡qué «Laus» de pa
cotilla, qué alabanza despreciable! Eso es el «En revenant
de la revue» y el «Pere la Victoire» de la piedad; y ¿quién
puede expresar la atormentadora importunidad de esas
«Ave María», de esos «Laúdate Mariam», de esos «Quere
mos á Dios, que es nuestro padre», de esos «En el cielo la
veremos un día», cantados á grito herido sobre melodías
infames, cuyo verdadero lugar serían los cafetines-con
cierto do un arrabal? Y aquí come y bebe uno, y se duer
me y se despierta oyéndolas; son la atmósfera misma del
lugar, el viento mismo de Lourdes.
Hay en esta población, ¿por qué no decirlo?, un clero
montañés excelente, pero insensible á todo lo que no es la
burda tarea de las procesiones y de las prédicas, del ma-
**»*”■•