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LA CONQUISTA DE AMERICA
(cuando no había telégrafos ni vapores) y en medio de
poblaciones numerosas que, aun en el supuesto de que no
les fueran hostiles al principio, acabarían por volvérseles
hostiles, basta á explicar los actos de barbarie y de bru
talidad inaudita á que fueron arrastrados los primeros
conquistadores de América.
Ningún europeo de aquel tiempo consideraba á los in
dios como hombres, y se discutía canónicamente si debía
tenérseles por tales. Circunstancia que no se puede adu
cir en el caso de los negros victimados por los Voulet, ni
mucho menos en el caso délos chinos indefensos arroja
dos á las aguas del Amor por los cristianísimos y grandes
bárbaros rusos.
Además, el español no era entonces un europeo cual
quiera: el español de los siglos xv, xvi y xvn debía de su
ponerse á sí mismo el primer hombre del mundo y creer
á su país el centro de la tierra, ya que la España de en
tonces, aparte de su gran riqueza de ingenios en arte y
literatura, cuando no dominaba con su pesada domina
ción militar, predominaba con su igualmente pesada he
gemonía política.
Sólo al través de estas consideraciones y de otras igua
les puede verse y admirarse la epopeya de la Conquista
en su luz más adecuada, por lo que toca á ese reproche
de crueldad tan ligera y persistentemente dirigido á los
conquistadores españoles.
Pero aun no siendo animales inferiores al hombre co
mo tanta gente de aquellos tiempos creía, aun siendo
hombres y de relativa superioridad con relación á otros
hombres como ahora lo sabemos, no pueden los indios y
en particular nuestros indios compararse ni remotamenle
con los hombres blancos venidos de España.
Asienta usted que la inferioridad de los conquistados
respecto de los conquistadores no era sino cuestión de me
dio, de grado de evolución, de inferioridad en fin como se
entiende en sociología, y que los Garcigonzález de Silva y
los Diego de Losada no eran orgánicamente superiores á
los Paramaconi y Guaicaipuro.
A lo primero puede objetarse que, aun después de