CERVANTES
75
Los círculos de estrellas, en aquella
paz, con su aliento, al respirar movía.
Ahora duerme, con sueños... ¡Alma, escucha!
Un oleaje lánguido, lejano...
¡Ay, de mí! ¿No oyes tú? Estos rumores;
siempre el mismo rumor... ¿Dónde el silencio?
¡Oh, mi eterno deseo, ambicionado
silencio! Acaso se rompió el hechizo
de su respiración? Estos rumores
no me darán jamás la paz que anhelo?
Nadie, jamás, me llevará lejano,
hasta el fondo del mar, en un sepulcro?
Escucha, buena hermana! Alzate... Escucha!...
No oyes? En el silencio de su sangre
mi voz no llega. Se perdió en los sueños...
¡Yo respiro también el aire donde
ella bebe la paz!... Es cierto? Es cierto
que este rumor igual es un suplicio
tan sólo para mí? Anima, escucha!...
¡Oh, si fuese el zumbido de la Muerte!
Gran silencio, después, alto y lejano,
sobre los hielos de la eterna sombra!
III
Tú mirabas arder, en la otra noche,
mis ojos... Tengo sed... ¡Mi buena hermana,
arráncame el dolor, apaga esta
llama que me consume, mi mal cura!...