Full text: 1918,Febr. (1918000302)

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CERVANTES 
las cuestiones de arte no pueden establecerse bande 
rías ni partidos; hay que proceder serenamente, y los 
hombres deben ser aptos para descubrir con impar 
cialidad las bellezas y las máculas donde se hallen y 
ajustar la actitud en que han de colocarse frente a la 
obra según la altura del artista. ¿Cómo, pues, voy a 
exigir lo mismo a Julio Antonio que a otro cualquiera? 
¿Cómo he de juzgar lo mismo su obra que cualquier 
otra? ¿No dicen que es excepcional, que tiene un valor 
único en la escultura española? Pues con arreglo a 
esa excepcionalidad, de cuya existencia ni un solo 
» momento he dudado, ha de ser la obra. Si estoy con 
vencido de que no lo es, ¿cometo algún pecado, incu 
rro en algo punible al decirlo? Tolo lo que se podrá 
argüir en mi contra es que estoy equivocado, que 
sustento un error; pero hace falta demostrarlo, como 
yo voy a intëntar razonar mi criterio. 
La causa de los tonos agresivos en que estaba 
redactado mi artículo, que no quiso nunca ser hostil 
al escultor, está en la indignación que me produjo la 
parcialidad de los panegiristas acérrimos de Julio 
Antonio, que en sus bataholas de bombos y platillos 
llegaron a los excesos más reprobables. Y aunque los 
españoles somos muy dados a lanzar las afirmaciones 
más radicales y ribombantes, es conveniente que va 
yamos deslindando los campos para no confundir las 
fiestas del espíritu y la inteligencia con las de los 
sentidos. No creo que sea necesario para ponderar el 
mérito de un artista negar el de los demás; no estimo 
' que sea indispensable para elogiar algo afirmar que 
nada se ha hecho comparable ni nada se hat a seme-
	        
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