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CERVANTES
ulterior. Frente a los que de un modo absoluto y cate
górico proclamen el genio de un hombre, se alzarán
los que proclamen el genio de otro y el Arte se con
vertirá en una lamentable discusión de tendido de
plaza de toros, en un tejer y destejer continuo del
que ningún provecho puede resultar. ¿Dónde está el
osado que cree decir la verdad inmutable e imperece
dera? ¿Dónde está la verdad? Por asegurar que Veláz
quez es genial, ¿hemos de negar el genio de Rafael,
Leonardo, el Greco o Goya?
Al artista no se le puede pedir otra cosa sino que
tenga personalidad, que nos diga algo nuevo, o que
nos diga algo viejo, pero por su cuenta y razón; es
decir, por sus medios perceptivos y expresivos, sin pa
gar tributos ni rendir vasallajes, independiente de
todo orden establecido, de todo sistema adoptado.
Este ha de ser, en mi sentir, el arte nuevo, como esta
es la vida moderna.
Julio Antonio tiene personalidad propia, inconfun
dible, innegable; una personalidad seducente por fun
dirse en él el sentimiento de todos los arcaísmos con
los anhelos e inquietudes contemporáneos. Grecia,
Roma, Bizancio y el Catolicismo dejaron hondas
huellas en su torturada y desasosegada alma de hom
bre de nuestros días. En sus obras gustamos ese doble
sabor, que las da un sabor especial, de lo antiguo y lo
nuevo. Ponderación, equilibrio de influencias: tal era
su característica. Lo griego, lo romano, lo bizantino,
lo gótico, lo renacentista y lo barroco se entremez
claba por igual, sin que ningún elemento predomi
nase, fuera de su concepción y su sentir ultramode ^