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CERVANTES
dar una cabeza obtusa, ignorante, cerebro incapaz de
ser útil a sus semejantes? Corregir las obras de Dios
comprendo que no es dado al hombre, pero cambiar
una vida augusta, dedicada a la ciencia, por otra in
diferente para sus semejantes, es obra nuestra.
»Además, yo he hallado el hombre que ha de cam
biar su cabeza con la de mi enfermo, y a ese hombre
no le sacrifico; a mi vez le regalo mi cuerpo.
»Cuando la operación esté hecha, y el ingerto vital
consumado, quiero que mi cuerpo se sustituya por el
del enfermero de la sala (sujeto por mi elegido para
la implantación): es decir, el cuerpo del tuberculoso
pasará, a su vez, a ser el mío. Reconozco en mi enfer
mo un ser más inteligente, más útil que yo, y sacrifi
co mi vida por él y por la Humanidad doliente.»
Seguían en el manuscrito los detalles de la sencilla
operación.
Empezaría por cloroformizar a ambos, paralizando
después la circulación momentáneamente por un mé
todo novísimo, que allí explicaba. Después, y una vez
cortadas las dos cabezas, haría el cambio deseado.
Detallaba en la Memoria el modo de unir sólidamen
te los vasos arteriales y venosos. Después, bien cosi
dos y firmes los tejidos del cuello, procedería a de
volver su movimiento al corazón, mediante una co
rriente eléctrica, y la operación quedaría realizada.
Si fracasara—terminaba diciendo—, si alguna im*
previsión mía fuera causa de que no volviesen a la
vida, yo, como reo de asesinato, me quitaré la mía.
Entre el instrumental necesario, pondré el revólver
para que la ley se cumpla por mi misma mano.