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UMKVANTKS
una broma? Quiero decir que no es aún la ocasión de
operar; está mal cloroformizado y vamos a empezar
de nuevo. Duerme, entre tanto, si quieres.
El pobre enfermero no las tenía todas consigo; se
tumbó en una butaca, pero con los ojos medio cerra
dos, no perdía un movimiento del doctor.
Vió al poco rato, cuando le creyó dormido, que se
acercaba a él cautelosameute y le aplicaba el cloro
formo a las narices.
Estuvo a punto de coger al doctor por la cintura y
estrellarle contra la pared, mas pudo tanto la curio
sidad, que fingió al punto los adormecedores efectos
del cloroformo, cosa en el sencilla por lo mucho que
había visto administrarle.
Mas luego, cuando le vió tomar un cuchillo de am
putaciones y acercarle a su cuello, saltó de la butaca,
y sujetándole los brazos, gritó:
—¡Con que quiere usted cortarme la cabeza a mí
también—. ¿Eh?
—¡Suelta, bandidol-gritaba el pobre doctor-. Suel
ta, imbécil; sólo quiero tu cuerpo por unos días; luego
te daré el mío. ¡Suelta, canalla, estúpido! ¡Déjame
operar!
Y se retorcía en el sueio, siempre con el cuchillo,
atenazado por aquellas manos vigorosas.
A las voces, acudió gente, se derribó la puerta, y
pudieron evitar que el doctor Valerio muriese a ma
nos del enfermero. Porque lo que éste decía luego:
Si tardan un poco más, le hago daño. ¿Pues no se
había empeñado en cortarme la cabeza?