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CERVANTES
chos o de la vesania de un monarca ambicio
so que quiera monopolizar el mundo, en su
monomanía de grandezas.
Por eso todos los países han vuelto sus
ojos hacia Norteamérica, esperanzados de
que Wilson imponga una paz duradera, firme,
inalterable, que acabe con las autocracias ra
paces y con las tiranías destructoras de la ci
vilización.
Estas doctrinas de fraternidad universal son
tan antiguas casi como el hombre, desde lue
go anteriores al Cristianismo, que fue la ex
presión suma de todas ellas.
Jenofonte, en su obra Las rentas del Atica,
Platón en su República, Aristóteles en Políti
ca y otros libros, hablaron ya de paz entre to
dos los hombres.
Más tarde las predicaciones de Jesucristo y
los evangelistas a ese fin se encaminaron. Los
doctores de la Iglesia, San Agustín, Santo To
más, los Papas Gregorio Vil y Bonifacio VIII,
después León XIII en su Encíclica Rerum No-
varum, llamada también De conditione epi~