CERVANTES
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jadeo de las calderas y la trepidación de los
motores, la noche alza su mansedumbre, su
voluptuosidad y su celestinaje. Cortina salpi
cada de abejas de oro, fanal cristalino, te
chumbre azul con el tragaluz mágico de la
luna.
...Bonsoir, madame!
La sala de patines.
Fémina, que siempre tuvo alas en los pies,
ha trocado su gentileza en ritmo. Caminar era
belleza demasiado cotidiana; ahora vuela, aun
que sea a ras de tierra, como las golondrinas
en verano. Es noche de sábado, hay mucha
gente que la mira, y la pista de portland ha de
convertirse en agua rizada de estanque. Será,
pues, Fémina cisne, cuando deje de parecer
golondrina, pero nunca en tan encantadas y
encantadoras transformaciones ha de perder
sus ojos, su risa y sus lunares de parisiense.
Ved cómo avanza, cómo gira, cómo retroce
de, cómo vuelve a avanzar con versatilidad de
mariposa. Siempre inevitablemente, habréis
de compararla con algo alado, con algo ondu
lante y giróvago, estatuario sin quietud, ingrá
vido sin complicación.