CERVANTES
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y docta erudición y decir galano, la Nueva
Granada (Colombia) o la Nueva España (Mé
xico).
El esplendor de la Corte de los Virreyes—
que ha cantado en aúreas estrofas José Santos
Chocano — apagóse y se desvaneció con la
emancipación del yugo español. La entrada
en la nueva etapa de libertad—que para otros
países hubiera sido, y fué, en efecto, para al
gunos, aurora de renacimiento literario, hen
chido de geniales promesas—fué para el Perú
apagamiento y mudez desoladores; fué como
el torpor que sigue al despertar de un sueño
demasiado prolongado.
Fué como si aquel pueblo, no demasiado bé
lico ni dado a las artes turbulentas de la gue
rra, sino a las quietas y sosegadas delicias de
la paz, cayera en un largo sopor, rendido a la
fatiga de un trabajo de Hércules, superior a
sus fuerzas, fuerzas relativas de cortesano
delicado y exquisito... Si al fin, la guerra es
un arte y hasta un arte refinado para ciertos
pueblos propensos a ella—y no una ciencia,
puesto que ciencia es el estudio de toda materia
que no está en la infancia y la guerra no está
ciertamente en la infancia, sino en la senetud