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CERVANTES
cuanto puede ser un hombre en una Democra
cia hispano-americana, dejando por donde pasó
huellas luminosas y perdurables. Murió en Ma
drid, en Septiembre de 1912, en el desempeño
del cargo de Ministro Plenipotenciario de su
patria. Su cadáver fué llevado a México y se
pultado con todos los grandes honores que me
recía. Personalidad inmensa y múltiple, abarcó,
llegando a dominarlas, muchas disciplinas del
saber humano: historiador, escribe su Compen
dio de Historia de la Antigüedad, su Historia
General y su Historia Patria; sociólogo, nos
ha dejado ese monumento que se titula: Méxi
co: su Evolución Social, ideado, dirigido, pu-
qlicado y, en gran parte, escrito por él; crítico,
dirigió la Antología del Centenario y escribió
admirables estudios sobre Gutiérrez Nájera,
Rubén Darío y otros poetas de esa magnitud;
novelista, es autor de Confesiones de un pia-.
nista y de Cuentos Románticos; narrador de
viajes, nos transmite sus impresiones en sus
libros Por la Europa Latina y En Tierra Yan
kee; poeta, no quedan de él sino Trovas Colom
binas y multitud de composiciones desperdi
gadas en periódicos y revistas. Aquí no va
mos sino a recordarlo como poeta.
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