CERVANTES
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DE LAS IDEAS PRESENTIDAS
Un buen padre de familia, dentro de su con
cepto clásico, siente estremecerse sus nervios
cuando el hijo llega al dintel de la juventud, al
entrar en el momento crítico de las iniciacio
nes voluptuosas o sentimentales. Le atenaza la
duda de cuál será su orientación futura, y le
cabe la certidumbre de que esta orientación
ha de ser la más conforme con sus inclinacio
nes innatas, pese a toda norma objetiva. No
obstante, lo más grave para este buen padre—
dentro de su concepto clásico—no es precisa
mente cuando el hijo se marcha por derroteros
de crápula o simplemente de vagancia; al ñn
y a la postre siempre cabe el hastío como una
esperanza luminosa. Lo peor de todo es cuan
do el hijo siente la afición a pensar, cuando
sobre su alma, como una plaga maligna, se
deposita el virus de la inquietud ideológica.