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CERVANTES
que en mi espíritu complejo,
renovando gérmenes infinitos,
se refleja en un modo de magia y maravilla,
como un paisaje al fondo de un espejo.
¡Alamedas de plata;
encinas de oro viejo;
macizos de arrayanes perfumados
y líricas florestas encantadas;
las florestas de oro
en que la fuente su canción desata
bajo un cielo fantástico y sonoro!
¿Es mi amor una blanca primavera?
Inmensidad azul, lejanías;
ecos empíreos,— como de estrellas
que van atravesando en sus parábolas
los celestes silencios. ¡Armonía!
Blancos celajes fugitivos
que velan a una luna toda blanca;
praderas luminosas de la luna...
¡las nubes, que se marchan
al más allá desconocido,
como si fuesen almas...!
¿Es mi amor una blanca primavera?
Criptas íntimas, interiores;
ritmos de fontanas ocultas