CERVANTES
43
me he colocado necesito demostrar todas mis
aptitudes de escritor.
Rosa.—Pero tonto, si tú vales más que
nadie.
Armando.-— (Sereno ya, casi sonriéndose,
empieza la lectura. Es un cuento dialogado.
En el diálogo se agotan las palabras de amor,
los símiles más delicados, las metáforas más
atrevidas; es un amor sin esperanzas, porque
algo se interpone con crueldad, se citan rimas
de Bécquer y algunas estrofas del Canto a
Teresa, de Espronceda.
(Y de improviso, con voz velada por la emo
ción, Armando recita de memoria, mirando
fijamente a su esposa para no perder una sola
contracción ni un gesto de su rostro):
Mi amor hacia ti quiero que sea rayo de sol
en tarde primaveral; soplo de brisa en día de
verano; encanto de cisne sobre lago azul...
—Clavel rojo entre flores mustias; hilo de
oro... exclamó Rosa interrumpiéndole con
una estruendosa carcajada. Y levantándose
de su asiento, acercóse a su esposo y añadió
entre burlona y cariñosa: