CERVANTES
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es un escritor que vive su época, que estudia
en ella los modelos transportándolos a ias
cuartillas,haciendo reir a sus contemporáneos,
no sólo por la ironía de lo escrito, si porque
conocen al original y alaban al creador de la
obra literaria por haberles servido el tipo
exaltando sus condiciones personales.
Evidencia cuanto venimos diciendo la sáti
ra que contra D. Luis Pacheco de Narváez,
maestro de armas y autor de un libro titulado
«Grandezas de la Espada», hace Quevedo en
«El Buscón», en el episodio que supone ocu
rrido en la posada de Rejas; donde el prebos
te solicita del huésped unos aradores para
descubrir unos ángulos de esgrima, a los que
Narváez alude en su obra; el posadero confun
de los ángulos con el nombre de un ave, de
las que trae provisión al caballero, quien vol
viéndose a Pablos dice seriamente: «¡Mire vue-
sa merced lo que es no saber!» y después de
censurar a grito pelado a los maestros de es
grima y encomiar un libro (Las Grandezas
de la Espada) del que dice es un compendio
de todas las ciencias conocidas hasta enton-