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CERVANTES
admirable libro «La Cartuja del Paular», por
Francisco F. Villegas: «El lugar de recreo tro
cóse en el siglo xv en retiro de penitencia. Y
la causa de ello fueron los remordimientos de
Enrique II el Fratricida, el cual, pesaroso de
haber incendiado en Francia un convento de
Cartujos, encargó, al tiempo de morir, a su
hijo Juan I, que, en compensación del monas
terio destruido, levantase otro en el valle del
Lozoya. Este acto de hipocresía, que recuerda
los sentimientos filantrópicos de D. Juan de
Robres, es una pincelada más en el retrato del
odioso Conde de Trastamara. El promovió
guerras civiles para usurpar la corona de Cas
tilla, metió tropas extranjeras en el reino, y
con ayuda de Belfrán Duguesclín, arrancó
vida y cetro a su hermano D. Pedro. Cuéntase
que, durante algún tiempo, el espectro del ase
sinado monarca recorría a las altas horas de
la noche los claustros del monasterio, y aña
den los que están al tanto de las maravillas
de ultratumba, que ias plegarias de los monjes
abreviaron el purgatorio del vencido en Mon-
tiel. Conseguido a fuerza de oraciones el in-