en odio. La importancia de una obra artística no estriba en que ésta
sea interpretable. Tampoco, en que deje de serlo. La interpreta
ción es un hecho ajeno. No atañe a la obra artística, que es un
organismo autónomo en sí. La expresión del arte es un efecto.
El efecto se opera por una percepción sensoria. Su interpretación
subjetiva denomínase alma.
Al arte no le interesa esta alma. El arte es el modelado esté
ticamente lógico de elementos acústicos o visuales.
Eso es expresionismo.
Nada importa que el cuadro inspire sugestiones o deje de
inspirarlas. También el cuadro sin sujeto puede despertar suges
tiones, como una montaña en la cual muchos hombres sólo encuen
tran belleza tras de equipararla a la Virgen (Jungfrau). Mas la
montaña es tan independiente de la Virgen como lo es un cuadro
que representa la Virgen. La montaña puede ser una montaña
y el cuadro puede ser un cuadro con y sin Virgen.
El cubismo es la denominación de esa misma voluntad artís
tica en Francia. Allí fueron primeramente incrédulos de esta ver
dad, pues al expresionismo lo habían llamado el arte del alma.
De esa misma alma, en cuyo nombre se han pintado cuadros tan
malos en toda Europa desde la época gótica. El libro del eminente
pintor y jefe teórico de los cubistas franceses Albert Gleizes, “Del
Cubismo”, atestigua la unidad del empeño estético de cubistas y
expresionistavS. A los artistas franceses no les parece tan significa
tiva la deserción del español Picasso como a los adversarios ale
manes del nuevo arte. Un desprendimiento no señala siempre el
final del frutecer de un árbol, es sólo el acabarse de una fruta
desazonada.
Toda fórmula es bakdí. Lo importante es ver. Ya es hora de
educar nuestra visión. El tiempo en que vivimos es un venturoso
tiempo para ello.
Traducción dt J. L. B.
Herwarth WALDEN.