sus anhelos. Florecerá de lo inconsciente el recuerdo de todo lo bello
que estamos en condiciones de sentir. jEs verosímil que un hombre
recuerde lo que jamás le ha ocurrido! La contemplación de una obra
de arte es para la sensibilidad un ejercicio de mnemotecnia. Nuestro
mundo interior tiene sus dimensiones y su realidad. La memoria es
un paisaje donde las cosas pierden su volumen con la distancia.
Pero, cuando un recuerdo lejano se destaca fortificándose en su
dibujo, comprendemos que la perspectiva es una ilusión óptica, una
comodidad de los sentidos y no una realidad de la naturaleza. Los
pintores, en general, tienen miedo al espacio y lo respetan como a
un dios justo y terrible. Para ellos, la perspectiva es un dogma, es
decir una verdad más temida que creída. Los pintores se dicen : así
es en la realidad. Pero sólo están cómodos en el espacio y les an
gustia la contemplación de lo dinámico. El espacio existe por los
cuerpos que lo ocupan: esto es la cosa simple que hay que hacerles
entender. El martirio comienza cuando tienen que pintar un escorzo.
Ven que el espacio les falla y que tienen que engañar; falsear la
realidad para dar impresión de realismo. Y de esa contradicción
surge esta reflexión: hay que apartarse de la realidad para dar la
impresión de lo verdadero. Pero no basta con eso; es necesario que
el arte no describa porque para eso está la ciencia. El artista debe
narrar, es decir, considerar el tiempo como un escenario donde la
forma será una consecuencia del movimiento. Esta es la pintura
del recuerdo. Es así como pinta Fígari. No trata de hacer estatuas
con sus pinceles. Ofrece a la memoria un esquema óptico; la sensi
bilidad hará lo demás.
Pablo ROJAS PAZ