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El mar es solitario como nn ciego.
El mar es un hurafio lenguaje que yo no alcanzo a descifrar.
En su hondura, el alba es una humilde tapia encalada.
De su confín surge el claror igual que una humareda o un vuelo de calandrias
Impenetrable como de piedra labrada persiste el mar ante los ágiles días.
Cada tarde es un puerto.
Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo:
Ultima playa blanda, celeste arcilla de las tardes urbanas.
iQué dulce intimidad la del ocaso en el hurafio marl
Claras como una feria brillan las nubes y hay mansedumbres de suburbio
en su gracia.
Cielo de limpio atardecer: mar pueril de conseja que cabe en las plazuelas
y en los patios.
Lo luna nueva se ha enroscado a un mástil.
La misma luna que dejamos bajo un arco do piedra y cuya luz agraciará
los sauzales.
La tarde es una corazonada de orilla,
En lu cubierta, quietamente, yo comparto la tarde con mi hermana como
un trozo de pan.
A RAFAEL CANSINOS ASSENS.
J aro A y final andanza sobre la exaltación arrebatada del ala del viaducto.
*—* A nuestros pies, busca velajes el viento, y las estrellas — corazones
nb8uelto8 — laten intensidad.
Bien paladeado el gusto de la noche, traspasados de sombra, vuelta ya una
costumbre de nuestra carne la noche.
Noche postrer de nuestro platicar, antes que se levanten entre nosotros las
leguas.
Aun es de entrambos el silencio donde como praderas resplandecen las voces.
Aun el alba es un pájaro perdido en la vileza más lejana del mundo.
Ultima noche resguardada del gran viento de ausencia.
Orato solar del corazón ; pufio de árduo jinete que sabe sofrenar el ágil mafiana.
Es trágica la entrafia del adiós como de todo acontecer en que es notorio
el Tiempo.
Es duro realizar que ni tendremos en común las estrellas.