Pero como él afecta una seriedad demasiado provocativa yo veo en
sus ojillos retozones y punzantes una puja grotesca de sombras abor
tadas que tropiezan con el ojo de un farol el cual mira lloroso hasta
la madrugada cómo Ramón atrapa greguerías mientras saluda con
mucha cortesía a las estrellas.
A Cansinos Assens, me dice Javier Bóveda, le han deja
do solo porque es un hombre puro. Esto me choca un po
no. No creo en la monstruosidad de los hombres ni en la mo
neda de los incomprendidos. Con cierta prevención vamos al
oafé Colonial. Pero aquel gran señor con algo de obispo y suavida
des de mujer me encanta desde el primer momento. Hasta las cuatro
de la mañana tiene tiempo para ejecutar una profunda sinfonía.
De sensibilidad ultramoderna y cultura asombrosa hace desfilar
ante nosotros terribles problemas sugeridos por la guerra en Iob
que gira siempre con motivo central el hombre, la realidad psico
lógica, la emoción carnal del universo. Es un enamorado de la
Biblia por la tragedia del pueblo judío. Cree que en ella están
realizados todos los géneros literarios que después ha cultivado
Europa. Lo acompañamos hasta su casa. Vive en el barrio ™Ah ex
traordinario de Madrid. La calle de la Morería es un apiñamiento
de ca8ucha8 antiguas que se corta de golpe lindera con el gran
barranco que taja el Manzanares. La callejuela de este modo, se
salta al espacio y es con semejante trampolín que Cansinos ha lo
grado cazar con sus propias manos las campanitas de la madrugada
que la iglesita lindera del viaducto lanza al espacio, y salvarlas de
las flechas de oro, certeras de los gallos. Es un alma evangélica que
jamás buscó el éxito. Vive solo, no porque sea odiado o incompren
dido, sino porque es un solitario por naturaleza. Cada mañana al
acostarse trae en los ojos la fiesta del viaducto. Miles y miles de
matices, de reflejos, de sonidos y de silencios, que dialogan con todos
los poros de su ser. Parado sobre el puente suspendido, contemplando
la ciudad que dormía en el fondo del valle florecida de focos, me