PROA N° 4. Edición facsimilar | 53
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Que sembraron los ojos, las manos y los labios,
Como el temblor que el viento regala sin contarlo.
Los rubios marineros que ya no tienen ojos humanos
Se contemplan hundidos en dos cuencas verdosas de aguardiente.
Y la espiral continua de sus gargantas, sube largamente en el aire
Con el andar pausado, seguro y envolvente de las altas mareas
Si el Capitán zarpara para siempre en sus barcos,
Ellos nunca sabrían en qué país fondearon
Y abrazados al tiempo que es ocioso en las noches de los puertos,
Verían como lejanas rosas perdidas de los vientos
Girar lunas y lunas sobre sus ojos muertos.
CANCIONES
Cabalgado de voces espesas y profundas
El aire es como un golfo que gira lentamente
Los círculos concéntricos de las turbias miradas.
Y en un vaivén de olas se desplazan los cuerpos
Y las manos apartan golpes de mar y de humo.
En las vidrieras yertas han venido a posarse submarinas cavernas
Y en las puertas, murallas dilatadas de arena
¡Adiós White Corner! ¿Dónde te encontrarán mañana
Los pobres vendedores de pescado y de fruta?
Cada vez más lejano de la dársena, tiemblas
Y danzas locamente como un barco sin ruta.
CANCIONES
Como una gran bandada de avecillas marinas,
De sus huevos de vidrio han huido las almas de las botellas locas.