Full text: [2.a época], 1.1924=Nr. 4, Repr. 2012 (1924000400)

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PROA N° 4. Edición fàcsimilar | 55 
TORRES V1LLARROEL 
(1693-1770) 
Quiero puntualizar la vida y la pluma de Torres Villarroel, her 
mano de nosotros en Quevedo y en el amor de la metáfora. 
Diego de Torres nació a fines del siglo diez y siete en una casa 
breve del barrio de los libreros de Salamanca y creció en la proximi 
dad—no en la intimidad—de los Jibros, pues éstos escasamente le 
atrajeron. Fueron sus padres gente ingloriosamente honrada, de 
larga y quieta arraigadura en el terruño salmantino. De chico fué 
pendenciero y díscolo; repasó los latines obligatorios de entonces y a 
los trece años pasó a la Universidad, de cuyo estudioso fastidio le 
desvincularon después audaces travesuras, que eran linderas con ca 
laveradas posibles. Volvió a su casa y aprovechó un atardecer para 
escaparse de ella y de la medianía y encaminarse campo afuera, rum 
bo al Oeste. Alcanzó tierra lusitana y sucesivamente fué en ella apren 
diz de ermitaño, curandero, maestro de danzar, soldado y finalmente 
desertor. Las persuasiones de la nostalgia lo devolvieron a su patria 
y a la serenidad familiar. Se adentró luego en el estudio de los di 
versos ramos de la alquimia, la mágica y la astronomía y dió a la 
prensa alguna adivinación y almanaque. Obtuvo una cátedra que 
dejó a los dos años de ejercerla y vagamundeó por la corte, padecien 
do hambre duradera, hasta que un médico se compadeció de su esta 
do y le franqueó su mesa y sus libros. Una dichosa coincidencia lo 
acreditó de astrólogo y sus almanaques—rellenos de metáforas y de 
coplas y acomodados igualmente, por su dejo burlesco, a la incredu-
	        
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