Full text: [2.a época], 1.1924=Nr. 4, Repr. 2012 (1924000400)

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ninas... Para colmo de mala ventura, Punes hacía versos. Era 
poeta, hortera y autodidácta. Recitaba “If” de memoria, en in 
glés — no conociendo palabra de ese idioma, con el ánimo de sacri 
ficarse, aprendiera la poesía al pie de la letra, sacrificando compren 
sión y pronunciación, — leía poemas rusos para “hacerse un esti 
lo”, sabía cien páginas del código penal, soñaba. No dejó de ambi 
cionar muchas cosas que la fuerza de los hechœ siempre le negó; 
melena, por ejemplo. 
Pero todo eso resultaba insignificante al lado de la gran des 
gracia que repicaba en el ánimo de Sorobadel Punes. Pué por eva 
dirse de este sumo dolor que cayó en el alcohol. El — por instin 
to, pero claramente — había llegado en más de una oportunidad a 
la exacta hondura de su psicología. No ignoraba hacia dónde caían 
sus excelencias. El donjuanismo... ¡Ah, qué triunfos le hubiera si 
do dado alcanzar en esta actividad... sentimental ! Sutileza, agili 
dad mental, energía metida en astuta blandura, todo lo reunía él. 
¡Y pensar que jamás — acháquese a su color — alcanzaría a flore 
cer en tan bello campo! Esperar, esperar, icon alguna posibilidad! 
Por las noches, sobre todo, la idea de su vocación malograda le 
producía terribles agitaciones. Increpaba a la adiposa patrona de 
su casa de pensión. Protestaba a gritos por futilezas. Después, can 
sado, vencido, se echaba sobre la cama para soñar con brazos estru- 
jadore8, con piernas combadas. Piernas y brazos blancos. 
Tenía un amigo íntimo que conociera en el Richmond, jugando 
al “bowling”. Extrañísima amistad: él era negro y humilde; el 
otro, blanco, rentista, feliz. Punes concurría con su mejor y más 
respetuoso afecto; el amigo, con bondad o con sonrisas o con móvil 
de fácil diversión. 
Una tarde, el amigo indicó a Funes la conveniencia de que 
preparara algunas poesías originales para recitar. A los pocos días 
le invitó a su casa... El negro acudió gustosísimo, la cara blanca a 
fuerza de brillo. Se dió de manos a boca con una amable reunión 
de jóvenes aristocráticas que perfumaban un salón de damasco. Fu-
	        
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