PROA N° 6. Edición facsimilar | 35
ción. François de Séryeuse se enamora de la condesa de Orgel,
esposa de un íntimo amigo suyo. La condesa se enamora a su vez
de François. La conciencia del amor en los protagonistas consti
tuye el desenlace. Toda la dramatieidad de la obra reside en esa
comente de amor subterráneo, poderosa y sutil, que sólo el lec
tor ausculta con el hidróscopo que le presta Radiguet.
Los personajes pertenecen al gran mundo ; se mueven en un
ambiente de frivolidad que ofrece un fondo adecuado para dar
relieve a cualquier sentimiento superior. Acaso el autor haya
obedecido, en esta elección de ambiente, a una leve sugestión
“proustiana” (por lo menos habla de Proust en la nota preli
minar a que me he referido y se propone diferenciarse en el he
cho de no dar importancia en su obra a la decoración) o a la in
fluencia de escritores clásicos de los siglos XVII y XVIII, tiem
pos en que la plebe aún no existía como sensibilidad.
Esta aproximación con los novelistas clásicos se impone tam
bién, a propósito de Radiguet, por la existencia de una ambición
común de orden constructivo.
• •
He hablado de psicología de precisión. Parece ciertamente
un concepto paradógico tratándose de algo tan impreciso como
es el alma humana, más dócil al conocimiento por simpatía ins
tintiva que asequible a la inteligencia, por lúcida que esta sea.
Nada hay tan complejo como un temperamento ; nada más rea
cio, por lo tanto, a amoldarse en una definición, que es función
de la inteligencia. Definir es limitar, aislar un fenómeno deter
minado del concierto del mundo. ¿Cómo fijar los límites y lati
tud de un alma 1 ¡ Arriesgada geografía !... La sensibilidad con
temporánea, mística y excesivamente inclinada a proclamar la
bancarrota de la inteligencia, abomina de cualquier desesperado
intento de claridad. “El análisis — dicen sus voceros — mata el
espíritu”.
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