Full text: [2.a época], 2.1925=Nr. 7, Repr. 2012 (1925000700)

PROA N° 7. Edición facsimilar | 53 
La pobre silla bacilosa, continuaba heroicamente en pie. Pero 
una noche, no pudo resistir el peso de un cuerpo, sintió flaquear sus 
piernas y se desplomó lanzando un débil gemido. Al día siguiente 
la enviaron al hospital; pero, no tuvo cura. Tenía la piel de ma¬ 
dera, agujereada. Como si hubiera padecido viruelas. 
Triste destino el do esta silla obrera, más útil que cualquier 
cachivache de museo. 
Murió de enfermedad contagiosa y sus restos fueron arrojados 
a la estufa. 
Se consumió sin un reproche, arropando la estancia en tibieza de 
nido. 
El fuego, gran purificador, la convirtió en cenizas. 
Enrique González Tuñán. 
1925 
-:49.-
	        
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