PROA N° 3. Edición facsimilar | 21
billar, en que las-bolas tardaban ocho días para alcanzarse. Tenían
que hacer hasta cincuenta leguas. A veces los jugadores debían pa
rarse para hacer beber sus caballos. Se servía caña a los espectado
res de esta asombrosa partida. Colchones de colores nacionales esta
ban dispuestos en el suelo para la noche.
Este extraño lugar, Guanamirú lo dejaba, para encontrarse siem
pre en sueño en un rancho de gran lujo, donde las bestias del llano,
los bovinos como los equinos y ovinos, todos embarrados y casca
rrientos, pero siempre cuidadosamente enmascaradas venían a visi
tarlo jurándole fidelidad. Habiéndose entregado a grotescos saludos,
penetraban en lo de Guanamirú que los esperaba con toda clase de re
frescos y un discursito visible, en la punta de la lengua. No consen
tían escucharla; rehusaban sacarse sus caretas y beber cde miedo de
ensuciarse», decían.
Al siguiente día, Guanamirú, a quien Innumerable cebaba mate
a las cinco en su cama, gritó muv fuerte para ser oído de las más ale
jadas regiones de su alma:
«Ah! voy a dejarme enterrar vivo? Estos desiertos salvajes has
ta en mi mismo sueño me tienen maniatado. Y tengo que tragarme
desde la mañana este brebaje de gaucho, tan amargo, y que tomo sin
azúcar para mostrar que soy bien de mi tierra. ¿Y por qué a medio
día y por la noche no me sirven más que carne de vaca ?»
Sin embargo ¿qué es del caviar de Rusia, el corazón de palmito
de Chile y el maíz dulce de Deseada? A mí ¿qué me importa de todo
este Carnaval a ras de tierra, en un país llano? ¿Y este ganado que
aguarda sin esperanza las vacaciones? ¿Y estos gauchos que salea
a caballo, hasta en sueño, y hasta para ir de una pieza a la otra del
rancho, o para subir al cielo después de su muerte? ¡Estas largas
llanuras no me son indispensables sino cuando estoy a 300 kilómetros!
He ¡jasado la edad en que los crepúsculos balantes llenaban el
aliña de sus temblores elegiacos y en la cual uno reconoce todos sus
bastardos por medio de un gesto circular.
Es tiempo de volver a la Capital donde ya me esperan en el an
dén de la estación amigos desconocidas, reloj en mano.
.Tuces SUPERVIELLE.
(trad. A. del Carril).