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PROA N° 3. Edición facsimilar | 27
dor de un brasero en que hervía una pava ; y mientras una liaba ciga
rrillos de chala y la otra tejía, la tercera cebaba el mate. Tarea ardua
hubiera sido el calcularles la edad. Las facciones afeadas por el su
frimiento y la miseria, el color terroso de los palúdicos, el pelo retor
cido en forma de cimba, los pómulos salientes, dábanles un marcado
parecido sintetizado por una mirada triste y profunda.
Un domingo por la mañana, Eusebia volvió de misa con el rostro
arañado, desgreñados los cabellos y la manta rota. Cuando le pregun
taran quién la había zamarreado de tal manera, dió suelta a un llanto
espasmódico. Más tarde contó lo que había sucedido. Por ese enton
ces iniciábanse en Tucumán los preparativos para efectuar con todo
paramento, la coronación de la Virgen de las Mercedes, generala del
Ejército Libertador. A nadie se le ocurriera dudar de la autenticidad
de la reliquia que el cura párroco guardaba en el camarín de la Cate
dral . Pero, sucedió lo imprevisto. La señora de Ibazeta, esposa del
farmacéutica del mismo nombre y nieta de un guerrero de la indepen
dencia, anunció por los diarios que ella poseía la verdadera imagen
a quien Belgrano regalara su bastón ; cosa que, según ella, estaba en
condiciones de ¡»robar por documentos fidedignos. El cura párroco
salió en defensa de su virgen; y el pleito adquirió intenso interés.
Pero lo que infundía el caos en la conciencia de los fieles era que la
documentación de ambas partes presentaba iguales visos de legitimi
dad. El asunto parecía no tener solución y los ánimos estaban exalta
dos. El tema originaba en los atrios discusiones acaloradas entre los
creyentes. En la que interviniera Eusebia los hechos no estuvieran
regidos por el pacífico precepto cristiano de ofrecer la otra mejilla,
sino que más bien pareciera un combate entre infieles.
Isidro, en medio de sus tinieblas espirituales, consideraba la re
ligión como un espectáculo. Menas inculto y su oscura fe se hubiera
transformado en sensibilidad. Era amante de las ceremonias fastuo
sas de la liturgia que se efectuaban en las grandes festividades. La
semana santa en ese sentido, era la síntesis teatral del cristianismo.
La tragedia del hijo del hombre que expiró entre ladrones, después de