Full text: [2.a época], 1.1924=Nr. 3, Repr. 2012 (1924000200)

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PROA N° 3. Edición facsimilar | 27 
dor de un brasero en que hervía una pava ; y mientras una liaba ciga 
rrillos de chala y la otra tejía, la tercera cebaba el mate. Tarea ardua 
hubiera sido el calcularles la edad. Las facciones afeadas por el su 
frimiento y la miseria, el color terroso de los palúdicos, el pelo retor 
cido en forma de cimba, los pómulos salientes, dábanles un marcado 
parecido sintetizado por una mirada triste y profunda. 
Un domingo por la mañana, Eusebia volvió de misa con el rostro 
arañado, desgreñados los cabellos y la manta rota. Cuando le pregun 
taran quién la había zamarreado de tal manera, dió suelta a un llanto 
espasmódico. Más tarde contó lo que había sucedido. Por ese enton 
ces iniciábanse en Tucumán los preparativos para efectuar con todo 
paramento, la coronación de la Virgen de las Mercedes, generala del 
Ejército Libertador. A nadie se le ocurriera dudar de la autenticidad 
de la reliquia que el cura párroco guardaba en el camarín de la Cate 
dral . Pero, sucedió lo imprevisto. La señora de Ibazeta, esposa del 
farmacéutica del mismo nombre y nieta de un guerrero de la indepen 
dencia, anunció por los diarios que ella poseía la verdadera imagen 
a quien Belgrano regalara su bastón ; cosa que, según ella, estaba en 
condiciones de ¡»robar por documentos fidedignos. El cura párroco 
salió en defensa de su virgen; y el pleito adquirió intenso interés. 
Pero lo que infundía el caos en la conciencia de los fieles era que la 
documentación de ambas partes presentaba iguales visos de legitimi 
dad. El asunto parecía no tener solución y los ánimos estaban exalta 
dos. El tema originaba en los atrios discusiones acaloradas entre los 
creyentes. En la que interviniera Eusebia los hechos no estuvieran 
regidos por el pacífico precepto cristiano de ofrecer la otra mejilla, 
sino que más bien pareciera un combate entre infieles. 
Isidro, en medio de sus tinieblas espirituales, consideraba la re 
ligión como un espectáculo. Menas inculto y su oscura fe se hubiera 
transformado en sensibilidad. Era amante de las ceremonias fastuo 
sas de la liturgia que se efectuaban en las grandes festividades. La 
semana santa en ese sentido, era la síntesis teatral del cristianismo. 
La tragedia del hijo del hombre que expiró entre ladrones, después de
	        
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