Full text: [2.a época], 1.1924=Nr. 3, Repr. 2012 (1924000200)

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PROA N° 3. Edición facsimilar | 29 
los ritos sagrados. Las ceremonias adquirieron una gran amplitud; 
habían sermones, misas cantadas, te-déum, etc. Hasta que una tarde 
los sorprendió un policiano; dándose todos a la fuga incluso Isidro 
que corría revestido para el ceremonial. K1 transcurso de los años 
en vez de apaciguar en Isidro la morbosa manía de remedar las ce 
remonias religiosas, le llevó, muy al contrario, a cometer actos de tal 
gravedad que conmovieron la opinión de toda la República y exaspe 
raron la indignación de la grey católica. Hombre ya y viviendo en 
las sierras, adoptó como vestimenta cotidiana el hábito de San Fran 
cisco y sentia gran satisfacción en que lo tomaran por sacerdote. 
Hasta que una vez se estableció en una estancia cercana al Rosario 
de la Frontera, donde, con permiso del propietario, instituyó unas mi 
siones catequistas. Allí hizo el sacerdote de veras. Bautizó, confesó, 
dió comunión; dijo misas, sermones, novenas y casó. Pero, un día, 
se insinuó en el estanciero una inquietante desconfianza respecto de 
la legitimidad de los hábitos que Isidro vestía, al verle titubear antes 
de ir a un rancho vecino del que vinieran a llamarlo para que diera 
la extramaunción a un moribundo. El estanciero de acuerdo con el 
comisario, resolvió el asunto en forma radical tomando preso a Isi 
dro que sin ninguna atribución administraba los sacramentos en nom 
bre de Dios. El falso sacerdote fue enviado a la ciudad de Salta {jara 
que se le juzgara como reo de un delito común, el de ejercer indebi 
damente una profesión. El obispo de la diócesis de Tucumán, espíritu 
sutil y bondadoso, intercedió en favor del enjuiciado, aduciendo que 
ningún código podía castigarlo por actos que no iban en contra del 
derecho de gentes. Había que considerar decía el Obispo en el sesudo 
memorial que de su puño y letra enviara al señor Gobernador, había 
que considerar, decía, que el acusado no ha cometido un delito contra 
los hombres sino contra Dios y que no ha obtenido provecho personal 
de ninguna especie ; y, anadia muy elocuentemente, Su Señoría Ilus- 
trísima que ello no había causado ningún daño material y que aque 
llas personas a quienes Isidro Tolaba había administrado los sacra 
mentos, la hicieron guiados por la fe que el mismo enjuiciado desper-
	        
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