Full text: Tomo primero (01)

+ 
-—dola con brillantez. 
FOLLETIN DE Y 
MERCANTIL VALENCIANO 
  
cuanto poseemos en la actualidad será de 
nuestros hijos, y punto redondo, 
—Con lo cual reunirán una fortuna 
considerable, 
-—Según mi cálculo, más de veinte mi- 
llones de reales, 
—Cantidad muy suficiente para no mo- 
rirse de hambre. 
El marqués, para disimular la angus- 
tia que. mortificaba su corazón, emplea 
ba un tono jovial y alegre. * * : 
En cuanto al conde de San Marino, 
era siempre el mismo: un hombre franco 
y honrado. 
Pero dejemos hablando a los dos pa- 
dres, y vamos al encuentro de los jóve- 
nes. 9 
Alejandro amaba verdaderamente a 
Luisa, y lo que más afligía a ésta era re- 
conocer en el hijo del conde de San Ma- 
rino todas las cualidades de un perfecto 
caballero. : 
Si Alejandro: hubiera sido un hombre 
despreciable, uno de esos seres vulgares 
y superficiales a quienes nadie saludaría 
si no fuesen hijos de un aristócrata mi- 
lonario; uno de esos tipos sin más relle- 
' ya que el que les presta el sastre y el pe- 
luquero; un «dandy» ridículo, de esos 
que no tienen otra ciencia qu. la de po- 
nerse la corbata, a Luisa le hubiera pa- 
recido menos criminal engañarle, fin- 
giendo un amor que no sentía. 
Porque las mujeres, con ese instinto 
exquisito que las distingue, saben apre- 
ciar muy pronto en lo que vale el marido 
que les toca en suerte; y un Narciso mo- 
derno enamorado de sí mismo, que a los 
quince días de matrimonio encuentra 
más hermosa a la criada que a su mujer, 
no es fácil que tenga por compañera de 
toda su vida a una Lucrecia o a una do- 
fia María Coronel, o. 
- Pero Alejandro de San Marino era pre- 
cisamente¡ Jo contrario de los tipos que 
acabamos, de bosquejar. Nunca le habían 
enorgullecido los pergaminos de sus an- 
tepasados ni la respetable fortuna de su 
PUTO? mio TE 
- Desde muy joven comprendió. que los. 
bienes atesorados en la' tierra. son delez- 
nables y suelen desvanecerse como el 
humo. Por eso quiso tener. una carrera, 
y la emprendió con aplicación, terminán- 
Era único heredero de la gran fortuna 
de su padre; pero la verdad es que Ale- 
jandro se sentía más orgulloso de su tí- 
tulo de abogado que de sus blasones, 
A 
Al regresar de sus viajes por-el extran 
jero; al enterarse del estado floreciente 
de su casa, del pleito que seguía con la 
del marqués de Malfi, estudió  serena- 
mente el protocolo, registró su archivo 
buscando datos, y se convenció por fin 
de que ganaría el pleito. 
Entonces una idea noble asaltó su men- 
te, y se dijo: 
—Luisa de Malfi es una de las jóvenes 
más ' hermosas, más simpáticas y más 
ilustres de Madrid. Si aceptara mi ma- 
no, no pasaría ella por el dolor de verse 
arruinada, ni yo por la pena de tener 
que recoger su fortuna. 
Alejandro acarició este pensamiento 
generoso, que respiraba nobleza, dentro 
de su alma. 
Perteneciendo él y Luisa a la alta aris- 
tocracia, no era difícil que se encontra- 
sen alguna vez. 
- Así sucedió. Se vieron y se hablaron, 
pero Alejandro no se atrevió a dar un 
paso imprudente en tan delicado asunto. 
Todo el mundo conocía el ruidoso plei- 
to que seguían las dos familias. Era pre- 
ciso obrar con mucha prudencia, con mu- 
cha hidalguía, y entonces, a fuerza de 
ruegos, logró Alejandro que su padre el 
conde de San Marino se presentara en 
casa de su irreconciliable enemigo el. 
marqués de Malfi y le pidiese la; mano de 
su hija. : 
Esta proposición disipaba el tenebroso 
porvenir del marqués de Malfi. Nuestros 
lectores recordarán todo lo que sucedió 
en la quinta de Carabanchel desde que 
pidió al marqués de Malfi la mano de su 
hija para Alejandro. 
Luisa, aunque conocía la imperiosa 
necesidad de llevar a cabo aquella farsa 
infame, mantenía una lucha horrible 
consigo .misma. 
¡Cuán terrible y cuán angustiosa era 
su situación! ¿Cómo negarse a las súpli- 
cas de su padre y verle sumido en la mi- 
seria? ¿Cómo desoír el grito de la natu- 
raleza, que resuena sin cesar en el alma 
de una madre? ; 
Nada tan inverosímil como la vida 
real; nada tan interesante como esos dra- 
mas que tienen por escenario el corazón, | 
y que tantas veces se desarrollan en el | 
reducido espacio del hogar doméstico. 
-- Ante:las leyes inflexibles creadas por 
los hombres para juzgar sus delitos, nin- 
guna, falta puede disculparse. Ante las 
leyes respetables y queridas de la fami- 
lia, ya es distinto, 
 
	        
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