Full text: Tomo primero (01)

EL ANGEL DE 
LA GUARDA 191 
  
Principalmente de cipreses y árboles co- 
ros de follaje sombrío, están destina- 
a inspirar recogimiento y sentimien- 
Ss religiosos, 
Barcelona contiene en su recinto mu- 
os jardines hermosos, siendo uno de 
s mejores el del palacio del capitán ge- 
al, que está abierto al público. 
Valencia y su llano tiene también her- 
os jardines, donde se “cultivan toda 
Clase de flores, y especialmente los cla- 
Veles, "También se encuentran jardines 
en Málaga, Cartagena y Alicante y otros 
Muchos puntos del Mediodía y Levante, 
aun cuando no hayd la po de flo- 
£5 que en Valencia. 
En Cádiz, donde falta espacio para, los 
dines, puede visitarse, sin embargo, 
el jardín del hospital, donde se encuen- 
ran hermosos bananeros plantados en 
tierra y cargados de fruta casi tan bue- 
ha como en su país natal. Las personas 
le todas clases de Cádiz tienen mucha 
asión por las flores, y las personas bien 
icomodadas poseen hermosas casas de 
áMPo en el patrimonio de Santa María 
e Chiclana y otras poblaciones inmedia- 
as cuyos jardines proveen: de flores y 
as a los mercados de Cádiz. Las ca- 
$ de-campo de la bahía de Cádiz tienen 
erías cubiertas, - adornadas de: plantas 
bustos raros, y en sus jardines se en- 
tran una profusión de «casteas», 
mbriantemos» y plantas: ¡bulbosas 
1'Cabó, dede] em pda mia a 
- que puedo decir, 
No menos notables son los bosques dé 
naranjos del Alcázar de Sevilla y las 
numerosas casas de campo de log arraba- 
les de esta ciudad. 
Por último, debe citarse el Jardín Bo- 
tánico, fundado en Madrid en 1775, que 
de día en día va adquiriendo mayor des- 
arrollo y grandes colecciones de plantas 
exóticas.» 
Cuando Margarita, terminó la Jectara 
dejó el libro con muestras" de. disgusto 
sobre el banco, y dijo: . . 
—Bien se conoce que el que ha escrito 
este artículo no ha visto huestro jardín 
detenidamente, ¡Ah! Si él 'viera mis ca- 
melias, mis magnolías, mi gran colec- 
ción de geranios «dobles, mis naranjos 
enanos, estoy segura de que se arrepen- 
tiría de lo que ha escrito, 
El marqués sonrió y repuso! 
—Nuestro jardín, querida Margarita, 
es bastante modesto; es reducido a una 
estufa con algunas macetas de flores y 
algunos centenares de árboles, de los 
como GChateaubriand, 
que yo les he dado mi sómbra cuando 
eran pequeños y hoy ellos me la prestan 
a mí extendiendo sus ramas sobre mis ca- 
nas. Desgraciadamente, hija mia, en Es- 
paña quedan aun muchos labradores del 
tiempo de San Isidro; con la única dife- 
rencia de que entonces, cuando el Santo 
se dormía, bajaban los ángeles y araban 
la' tierra por él, y hoy el labrador que 
que se duerme no encuentra: un bee ni 
Las un a, de la cara. : 
 
	        
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