EL ANCE DE
LA GUARDA 257
—La convenceremos de que vuelva a
2 quinta,
¿Y si se niega?
-—Una madre siempre tiene
ara convencer a su hija, |
—¡Dios lo quiera!
—Es necesario que este asunto se to-
Me con interés, pero no empleando la
—fxageración, Mientras parece Margarita,
1 vivirás con nosotros, procurando n0
—Iostrarte esquivo con Emilia, que ya se
ha quejado a su padre. Yo espero que no
€ falte valor y serenidad; es preciso que
die sospeche, porque ahora más que
Vihta pesa sobre nosotros el martirio
el Angimiento. No se trata ya de salvar
i hónfa, sino la de mi esposo y la de
ls hijas, Aprovecha la primera ocasión
e se te presente para decirle que yo
he logrado convencerte de que tus planes
an una locura. En una palabra, padre
mío: es preciso disipar la primera nube
e ha venido a oscurecer el aparente
ol de nuestra felicidad.
«Sí, sí; te obedeceré en todo, Luisa,
perque conozco la gravedad de nuestra
situación.
<No olvides que una imprudencia pe
poa perdernos.
recursos
—Tranquilízate; sabré dominarme.
—Hoy más que nunca debemos ocultar
el verdadero estado de nuestros espíri-
tus.,
Comprendo nuestra situación,
—Yo voy ahora a ver a mi esposo. Es
preciso que sus dudas y sus recelos des-
aparezcan. Hasta luego, padre mío; pro-
cura serenar tu semblante y que no te
falte valor para llevar a cabo el sacrifi-
cio que nos hemos impuesto,
—Pero de un momento a otro pueden
avisarme que se ha descubierto el para-
dero de Margarita. Si esto sucede, ¿qué
debo hacer?
—Ir a verla y convencerla, si es Po-
sible, para que regrese a la quinta.
—j¡Aht Si ella accede volverá a renacer
la paz de mi alma.
Margarita tiene un hermoso corazón;
no es posible que resista a las súplicas
del que ella ha llamado tantas vecés su
: quersdo protector.
«Tu confianza me llena de consuelo,
Y la condesa, después de depositar un
respetuoso beso en la frente de su padre,
salió de la habitación,
El ángel de la guarda, —T, 1.—65