Full text: Tomo primero (01)

CAPITULO XIV 
EL ORIGINAL DEL RETRATO 
Micaela, mientras tanto, esperaba a 
' hijo acariciando en su mente hermo- 
sos sueños de ambición; pero la ambi- 
Ción de aquella mujer era noble en gra- 
superlativo. Nunca se ocupaba de sí 
isma, sino de su esposo y de su hijo. 
Una casualidad, por decirlo así, le 
abía hecho conocer al original del re- 
rato que con tanto esmero guardaba. 
-Era un Jueves Santo. 
Micaela, que ya había desistido de en- 
'Ontrar a la que según sus sospechas de- 
la ser madre de Margarita, entró por 
a tarde, recorriendo las estaciones, en 
na iglesia, y vió tres señoras que a juz-. 
ar por su aspecto y por los lacayos que 
letras se hallaban de pie debían per- 
enecer a la aristocracia. : 
Aquellas señoras, sentadas en unos 
Mmullidos sillones de damasco encarra- 
do, tenfan delante una mesa de petíto- 
tlo y sobre esta mesa una gran bande- 
a de plata, cubierta literalmente de mo- 
edas de oro y plata y de billetes del 
'ANCO. PEE a 
Micaela se acercó a la mesa para de- 
ositar en la bandeja su modesto óbolo, | 
Entonces: se fijó con asombro en una 
de. aquellas señoras, en la que parecía 
tener más edad, pues las otras dos eran 
Casi unas niñas, o o 
quella' señora tenía un gran pareci- 
lo con el retrato, con la preciosa minia- 
tura encontrada dentro del medallón de 
Oro que el capitán Alvarez le había en- 
tregado poco antes de morir. e 
epresentaba algunos años más; pa- 
ecfa tener su semblante un tinte. más 
melancólico, más grave; pero Micaela, 
al cotejar el' rostro de aquella mujer 
'0n el de su retrato, no olvidó que ha- 
Cía aproximadamente dieciséis años que 
_ capitán Alvarez le había entregado 
medallón, e OS 
dando si la engañaría su deseo 0. 
sus ojos, procuró averiguar en la misma 
iglesia el nombre de aquella señora, y 
- entonces supo que se llamaba doña Lui- 
sa de Malfi, y era condesa de San Ma- 
rino. a 
Sabido esto, a una mujer de las con- 
diciones de Micaela le era fácil ir ad- 
quiriendo nuevos datos, para ella de la 
mayor importancia, 
Uno sólo le bastó para que sus sospe- 
chas se afirmaran, esclareciendo algo * 
el misterio, pues supo que Luisa de 
MIfi, antes de casarse con el conde de 
San Marino, había pasado largas tem- 
poradas en una quinta ,de Carabanchel, 
y que esta quinta se hallaba muy. inme- 
diata a la modesta casa del doctor úon . 
Marcelino Tarancón. 
- Esto era un gran descubrimiento para 
Micaela, as 
Las relaciones del capitán Alvarez 
con el doctor Tarancón, el paquete de 
cartas selladas que: para el médico le 
había entregado el capitán antes de mo- 
rir, el ser don Marcelino antiguo médi- 
co de la casa del marqués de Malfi, el 
parecido admirable de Luisa con el re- 
trato que poseía, eran suficientes y po- 
derosos datos para que Micaela conti- 
nuara con afán sus. investigaciones. 
Pronto supo también, afianzando: con es- 
- te nuevo. descubrimiento sus sospechas, 
que Magdalena y Margarita vivían re- 
tiradas en la quinta del marqués de 
—Malñ y que en aquella casa se había 
cuidado con esmero de la educación de 
la pobre huérfana. a 
' Margarita era hija del tapitán«Alva- 
rez; él se la había recomendado eficaz- 
mente antes de morir a Micaela, pero. 
ocultando siempre el nombre de su ma- 
Micaela, como recordarán nuestros. 
lectores, había ofrecido al moribundo 
capitán proteger a Margarita, y, ser Pas - 
o 
 
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.