A
admirado.
>
DE PARIS, E e 925
de cuantas me pudieras dar, á mí que tanto me envanezco con tu
amor, puesto que siendo un hombre pobre y OSCUro poseo la mujer
mas encantadora del universo, y á quien rodea ademas el esplendor
de la opulencia.
— ¿Qué estás diciendo, Felipe? —replicó Teresa mirando á su
esposo con aire de desconfianza.
— Lo que por desgracia es muy cierto, querida mia.
- —¿Con que tú eres un hombre pobre y oscuro ? ¿Es posible que
no seas franco conmigo? ¿Es posible que no me > 2000 tu cora-
zon aun?
— ¿Qué significan. tus palabras, Teresa ? Habla por Dios; pues
te juro que no comprendo una sola sílaba de lo que me quieres decir.
—Bien, bien; ;— repuso la Jóven meneando la. cabeza. — Está E
visto que no merezco todavía tu confianza. .. ¡Cómo ha de ser! Al.
- gun dia la mereceré.. e estoy. cierta de que la mereceré..
— ¿Pero has legado á presumir, Teresa de mialma, que yo po-
dria tener para ú ningun secreto?
—Si lo creo. Mas no importa. Yo procuraré mitigar mi impacien-
cia, siquiera sea por el respeto que debo tenerte.
— ¡Respeto! ¡ Respeto! —repitió melancólicamente Felipe. —
No es ese el sentimiento que he deseado y deseo inspirarte. Y á la
verdad — añadió despues de un momento de reflexion — que de al-
gunos diasá esta parte he notado que cuantas personas se me acer-
- tan me miran con aire ceremonioso, y aun tus mismos padres me
reciben siempre con cierta etiqueta impropia de la posicion que debo
ocupar en su casa. Vamos á ver, Teresa, ¿ puedes eplicario tú en
qué consiste todo esto ?
- “¿Acaso lo ignoras ?—repuso Teresa con acento burlon. |
- ¿Que si lo noo? Elvia á preguntar Felipe cada vez mas