220 : LAS. CATACUMBAS
tábanse en sus palabras y acento algunas entonaciones irónicas y si»
niestras. | !
Pero, ¿por qué motivo: os obstinais en permanecer aquí?-—
preguntó Felipe haciendo al mismo tiempo ún ademan de impacien-.
cia.—Si no esperais recoger mas limosnas, ¿por qué no os: vais á
otrá parte? | ;
—-Estoy esperando el regreso dela señora, á ver si es por ven-
fura mas caritativa que ¡su esposo. |
— ¡Vamos! —repuso Felipe,con aspereza. —Tomad otra: mone-
da, y alejaos cuanto antes, pues de lo contrario llamaré á los cria-
dos, y tendreis que marcharos mas que á paso.
La mendiga aceptó la limosna, pero no se movió de su asiento ;
sil duda no esperaba que Felipe de Lgssan se atreviese á cumplir su
alnenaza.
-—lia calle es de todo el mundo,-—dijo la ide prorumpiendo
al mismo tiempo en una carcajada, — Por lo. tanto nadie tiene dere.
cho para echarme de aquí. Respecto .á: vos, me'atreveré á daros
un consejo en- recompensa: de vuestra: generosidad : ¡no entreis en
esa casa ! |
La mendiga podia ser una demente, como lo indicaban sus arre-
batos ¿pero Lussan , que veia en su conducta un misterio, deseaba
saberlo á cualquier precio : sin embargo, una circunstancia le impi-
dió satisfacer sw: curiosidad...
¡De pronto: oyóse el ruido de ura carroza. que se, aproximaba. al
palacio; y al cabo. de:un: rato. pasó por delante de los interlocutores
- UN COFTEO vestida de gala. | | (]
:
Despues de haber llamado á-la puerta con. su grueso baston con
puño de plata, abrióse aquella, y el correo penetró en el patio. 4 ga»
lope tendido , gritando con toda la fuerza de sus pulmones:
—¡Laseñora viene! ¡Abrid todas las puertas !
y
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