416 LAS CATACUMBAS
Felipe de Lussan ha desaparecido de su casa el mismo dia que
Teresa de Villeneuve se escapó de Val-de-Grace,' y digo se esca-
pó, porque nadie. puede salir de un lugar cerrado como es un mo-
nasterio, sin poner algo de su parte. Por lo demás el objeto de mi
visita se reduce únicamente á preguntaros si sabeis por casualidad
el paradero de mi hijo.
—-¿Oís lo que dice, mi querida abadesa? -—esclamó madama de
Villeneuve juntando las manos.— ¿No es esto venir á insultar el do-
lor de una madre? ¡Caballero , semejante conducta es indigna de un *
noble!
— Perdonad, señora, si os he ofendido sin querer, -— continuó
el caballero cambiando de tono.—-Pero francamente creia que esta-
ban en vuestro poder los inocenies fugitivos, y que los tenials encer-
-rados para vengaros de ellos. z |
—No por cierto, caballero, y ¡pluguiera al cielo que fuese
así!... | |
—Lo creo, señora , lo creo. Entonces , — prosiguió Mr. de
Lussan con aire reflexivo, —¿dónde podrán estar? Yo estoy en la
creencia de que, á despecho vuestro y mio, deben haberse encon-
trado en alguna parte, aun cuando haya sido efecto de la casua-
lidad.
Al oir estas palabras, madama de Villeneuve se cubrió el rostro
con las manos.
— Caballero, — dijo con áspero acento madama. de Merignac,
— quizás os equivoqueis ú os. engañen vuestros deseos. Teresa de
Villeneuve ha: salido de mi convento, acompañada por Filiberto As-
pairt, nuestro sacristan, hombre ya entrado en años, cuyas COs-
tumbres han sido siempre bien ejemplares, y el cual no hubiese
- consentido nunca en favorecer la fuga de esa jÓven, 4 no deposi-
tarla en manos de su querido padre. Por lo tanto, la señorita de Vi-
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