DE PARIS. 905
Este fué el del asesinato de Chavigny, que Lussan tenia por
efectuado. E
Cuando el hijo de Lubin Pernet se vió con el fuego que habia.
de comunicarse á las mechas fatales en la mano, hubo de sentir tal
vez algun remordimiento que le obligó á suspender la operacion.
Entonces, parado ante el pilar del centro y con los ojos fijos en la
yesca, pareció que murmuraba algunas palabras, entre las cuales
Lussan pudo comprender bien las siguientes : :
— ¡Padre mio! Ni un solo minuto tardarán en verse cumplidas
vuestras órdenes. Una gran parte de Paris va á quedar reducida á
escombros ahora mismo, y enseguida correré á prender fuego á
Otras minas que han de hacer volar otros barrios importantes. La
suerte de esa bulliciosa, y, aunque maldita, .gran ciudad, ha sido
que no por todos sus estremos se estienden igualmente las Catacum-
bas, porque si se estendiesen, yo hubiera llevado á cabo vuestro
pensamiento de una manera tan completa cual vos mismo apenas le
habríais concebido. Sin embargo ,—añadió adelantándose un paso y
estendiendo la mano donde tenia el combustible en la direccion del
pilar. — Aun conseguiré que perezcan en un dia la mayor parte de
vuestros enemigos, casi todos los que se interesaron por vuestra
prision y muerte, y muchísimos de aquellos infames que nos inju-
riaron á mi madre y á míen la plaza de Greve, faltando poco para
asesinarnos. ¡Oh! cómo me regocija la idea de las contorsiones y
gestos que harán los moribundos, cuando aparezcan entre los es-
combros con las cabezas ó los troncos aplastados, las piernas y los
brazos rotos, y sufriendo una agonía lenta, por la dificultad ó im-
posibilidad mas bien que habrá de socorrerlos, atendido el espanto
que se originará en el resto de París y los muchos heridos que ha-
bria que socorrer. ¡Oh! cómo me voy á divertir eruzando por: los
magníficos :salbnes iscdád derruidos, acabando de destrozar los mas