Full text: Tomo 1 (001)

  
    
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 1025 
  
——¿Pero viene usted con ese sólo objeto? 
—¿Y le parece á usted poco? | 
—Es que ahora... ahora no tengo nin para 
escuchar á usted. 
—Ya que he venido... 
—Lo repito; no puedo, aunque quisiera; figúrese 
usted que á las seis estoy citado con... con la seño- 
ra del ministro de la Gobernación, y á las siete con 
el ministro en persona... reclama mis luces para... 
- para un negocio de Estado. 
Estas palabras las pronunció Mauricio con el pul- 
gar de la mano derecha metido en el escote del cha- 
leco sobre la abierta solapa del frac, mientras se 
atusaba la barba con la mano izquierda. 
No podía ESC un aire que le hiciese más im- 
desen 
—¡Pero, hombre de Dios! si son las cuatro y me- 
dia... hasta las seis... ¿ó cree usted que voy á es- 
tar hablando todo ese tiempo? 
—No importa. | 
—Además, es caso de conciencia: pudiera morir- 
me esta noche, ó usted. 
—Señora, no me hable de cosas tan desagra- 
dables. : 
—Es que ningún nacido tenemos la. vida com- 
prada. 
—¡Ya, ya lo sé! A 
—Lo he consultado con mi confesor... el 
—¿Lo de la vida?... No había necesidad. 
—No: lo de los informes. 
TOMO IT. 129 
      
   
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.