Full text: Tomo 1 (001)

  
1036 LA CIEGA DEL MANZANARES; 
Pero al pronunciar estas palabras, ya tenía el 
dinero puesto á buen recaudo. 
—¿Conque quedamos en que don Luis?...—pre- 
guntó el secretario volviendo 4 entrar en materia. 
Su interlocutor contestó con aire confidencial: 
— Como decía, amorío formal no hay más 
que uno. 
—j¡Hola! 
— Aunque no es amorío por su parte... 
—¿Pues cómo? 
—Hemos tratado de su boda con ana joven de la 
aristocracia, con una marquesa rica... 
Mauricio empleaba la fórmula colectiva, refirién- 
dose al tío del capitán, pero como si entrase 'él 
también en el proyecto. 
- Era su modo de hablar cuando quería darse im- 
portancia. 
Seguramente que si el tío quisiera degollar a. 
sobrino, no emplearía el plural del verbo. 
7 ¿Pero él está en casarse? —preguntó David. 
—¡De ningún modo!... y no sé cómo nos vamos á 
gobernar para conseguirlo. 
—De manera que por ese lado... 
—La princesa puede estar segura, 
- —Pues tiene la convicción de que ha de haber 
OtTO.... a | 
—¡Útro!... ¡y otros)... Ó no sería mi señor quien 
es; yo le conozco cuatro líos... “pero aventurillas 
sin importancia, en las que no se interesa el eo- 
razón. : | 
  
  
  
  
 
	        
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