LA”CIEGA DEL; MANZANARES. 1083
El diabólico espíritu de Georgina: había encon»
trado una idea que era de su gusto.
—¡Oh! se dijo—esa mujer será mi prisionera, y
entonces toda la amargura, toda la: vergiienza: y
la desesperación que la ingratitud de Luis arrojó
sobre mí, caerá sobre ella.
“Sila ama, vendrá presuroso á postrarse á mis
piés, y entonces veremos quién se humilla más,
—agregó Georgina saboreando anticipadamente el
placer de su venganza.
Le he de ver de rodillas y arrastrándose: por
el suelo, y en lugar de palabras que le recuer-
den su proceder para conmigo, emplearé esa: ter-
nura irónica que llega al alma OoLAnaa el co-
razón.
Cuando él me cuente su desdicha, entonces; fin-
giendo enternecerme, le diré ae deploro lo que
sucede.
¡Más no! —dijo bruscamente, —euanto pienso es
prematuro. : BLA
Si consigo apoderarme de esa muchacha, ¡quién .
sabe lo que haré! Bla.
Mi mayor placer consistirá en devolverle esa. mu-
jer á quien tanto quiere en un estado: que sea im-
posible para él y para todo hombre honrado.
Haré mancillar su virtud, prostituyéndola de tal
"modo que sea merecedora del mayor de los des-
precios. | ol ei
Georgina en aquel momento parecía una loca. :
En su cerebro bullían mil ideas do venganza, las: z 3
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