:1088 LA: CIEGA DEL: MANZANARES.
'¿—Es una buena obra, ¡que Dios.se la tendra: en
cuenta; —repuso la vieja con aire de beatitud.
Mas como al mismo tiempo el perro empezase á
dar saltos, tirándole del cordón, prosiguió con voz
cariñosa:
- —Clavelito, estáte quieto.
No seas malo, porque otra vez no sales de casa,
y te encierro en el cuarto obscuro.
¡Ay, señora! es una cosa que no: puedo .con: él.
Ayer se me comió los bizcochos del chocolate,
exponiéndose á una indigestión y á darme un gra-
ve disgusto.
Georgina, con idea de ver si eran exactos los in -
formes de la portera, dijo entonces:
—Me han dicho que Isabel tiene am ores,
—Es verdad; pero no vaya usted 4. creer nada
malo,—agregó la vieja, como si aquellas palabras
la ofendiesen. pro
e a primer lugar, Isabelita no admite Rada de
su novio; vive de lo que ella gana. Con la aguja
hace primores, y no hay en el mundo quien borde
- en blanco mejor que ella.
-Repentinamente Georgina concibió una den que
la facilitaba llegar antes á sus fines, y con entona-
_ ción sincera profirió:
—¡No sabe usted cuánto me alegro que, sea esa
¡joven tan buena y tan honrada! :
- Sabía que es muy buena bordadora, porque me
A lo dijeron, y mi objeto al interesarme por ella es
- que voy á casar á una hija, y necesito una perso-