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LA CIEGA DEL MANZANARES. 13
—Vamos, no seas tonta, ni tengas gana de
bronca.
Sigue, como hasta aquí, poniéndote al. mundo
por montera, y vente conmigo.
—¡Jamás!
— ¿Que no?
—No, León.
Es que yo lo quiero, y ya sabes que cuando
se me pone á mí una cosa en las narices, se hace
de cabeza. Conque echa adelante, y tengamos la
fiesta en paz.
—Te repito que todo ha terminado entre nos:
Otros.
Alver esta resolución aquel hombre, montó en
cólera, y cogiendo á la joven por un brazo de una
manera brutal, la dijo:
—¡O'te vienes, conmigo, ó te reviento!
En aquel instante una pareja de salvaguardias
apareció en el puente.
Dolores exhaló un grito de alegría, y despren-
diéndose de las manos de aquel hombre, corrió ha-
cia los agentes, exclamando:
—¡Aquí, guardias, aquí!
Los agentes de la autoridad se aproximaron.
La joven les dijo entonces:
—¿No andan ustedes buscando á una; mujer lla- ;
mada Dolores Buendía, autora de un robo en la
calle de la ei : :