Full text: Tomo 1 (001)

      
   
  
  
    
  
  
  
  
  
  
    
  
  
   
   
  
  
  
  
  
  
  
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—SÍ.. 
—¿Extenderás la mano para recibir lo que 
te den? 
—¡Mil veces sí, con tal de apagar esta sed que 
me devora... de satisfacer el hambre que me mata! 
—¡Vaya! ¡Si conoceré á la gente! ¡Bien sabía yo 
que había de obtener este resultado! ¿Conque tie- 
nes sed, linda zagala? 
—¡Me abraso! 
—¿Y hambre? 
—¡Oh!... ¡es usted muy cruel! 
—Lo que quiero es que se me obedezca, 
—En fin, sáqueme usted de aquí, y sea lo que 
Dios quiera... 
—No: lo que quiera yo. 
—¡Es verdad!... ¡Dios no puede querer estas 
cosas! 
La vieja asió su mano, sacándola fuera. 
“Adela respiró con fuerza, como si el cambiar de 
la reanimase. 30m 
erta satisficiese aquellas dos 
bes 
debía llevar su crueldad 
LA CIEGA DEL MANZANARES. 
can 
ciega, pensaba en otra 
ra más aquel suplicio. 
nbros un raído man- 
jes y manchas, cu- 
) eon un pañuelo 
  
   
 
	        
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