LA CIEGA DEL MANZANARES. 05
La Plaza estaba concurrida como lo está siempre,
aun en días de lluvia.
Vendedores, criadas, soldados de los diferentes
cuerpos de la guarnición, barquilleros, paletos pro-
cedentes de las posadas de la Cava Baja y de la
del Peine, mujeres envueltas. en mantones destro-
zados, que al pasar miraban á los hombres de cier-
to modo, sonriéndoles, aunque no los conociesen, y
alo'ún timador.
H6 aquí el público que iba á a el debut
de'la'pobre ciega. ?
En el ángulo opuesto, es decir, junto al arco de
la calle de Felipe UI, un hombre, de pie en un ca-
rruaje tirado por un caballo famélico, pregonaba,
y preconizaba, y ensalzaba un licor rojizo que ocu-
paba pequeños frascos de eristal, eficaz para arro-
jar la tenia y curar el dolor de muelas y el de es-
tómago y el de oídos, y algunos otros que por for-
tuna no conoce aún el cuerpo humano, y de los que,
por esto mismo, no se ha ocupado la ciencia de
curar.
Todo esto amenizado con juegos de manos y al-
guna que otra extracc :lón gratis de muela, diente
ó6 colmillo, y resumido en un discurso que se re- |
petía todas las tardes 4 la misma hora una porción
de veces. :
Pero allí había público para toda clase de ar- Es
Uistas. y
Lo que éstos necesitaban era dinero,
Los DEA preludios de la guitarra empeza-