Full text: Tomo 1 (001)

  
18 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
—Vamos, hija, que eso no será nada, 
Adela, después de unos instantes, recobró por 
completo el sentido, recordando cuanto la había 4 
pasado. 
Entonces, aterrada, se asió á las faldas de la vie- 
ja de una manera nerviosa, diciendo con angustia- 
  
da voz: 
—¡Ah, señora; quien quiera que usted sea, no 
me desampare, por amor de Dios! 
¡Soy ciega, soy huérfana, y no conozco á nadie 
en Madrid! 
He llegado de Toledo al oscurecer en compañía 
de una hermana, 4 quien me han robado en este 
mismo sitio. ¡No me abandone! ¡Se lo ruego por la 
salud y la gloria de quien más quiera en el mundo! 
La vieja, que había examinado á la joven desde 
los pies á la cabeza, al conocer las especiales cir- 
cunstancias en que se encontraba, pensó: E 
-—Una chica hermosa, huérfana, sin amigos, sin : 
parientes, bien vestida, sin conocer 4 nadie en Ma- 
drid, puede ser en mis manos una mina, cuyo filón 
explotaré á mi gusto. 
La recojo sin vacilar. 
La angustiada Adela continuó diciendo: 
—¡Compadézcase usted de mi inmensa desgracia 
y no me abandone! ¡Se lo ruego de rodillas! —y la. 
pobre se arrodilló, llorando con la mayor amar- 
  
  
pl LR En 
ES 
/ 
1 
  
gura. : ; a 
La vieja la abrazó, diciéndola: ; e 
, —Yo no te abandonaré, hija mía. e YE 1 
id +» Y 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.