Full text: Tomo 1 (001)

  
  
      
   
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
   
  
  
    
   
   
  
  
  
   
     
¿LA CIEGA DEL MANZANARES. AS 
ja y ajustando al suelo los ladrillos que antes arran- 
cara. 
Entonces exhaló un suspiro indefinible, que lo 
mismo lo arrancaba de su pecho el pesar de sepa- 
rarse de aquellas monedas que constituían todas 
sus aspiraciones, todas sus alegrías, sus afecciones 
todas, que la satisfacción porque de nuevo había 
conseguido haber puesto 4 cubierto de los ladrones 
su tesoro. 
- Mientras se acostaba, pensó el Manchego en el 
robo de que había sido víctima aquella noche. Su 
dolor era tan grande, que si por un momento se 
había acallado, era porque de todo se olvidaba an- 
te aquel puñado de monedas que su avaricia ocul- 
taba. ? 
—i¡Dieciocho duros !—exclamaba.— ¡Ah, bandi- 
dos! ya pagaréis en el infierno vuestro crimen, 
¡Robar á un pobre ciego!... 
  
Entregado á su desesperación estuvo más de una 
hora, hasta que al fin, allá á las tres de la madru- 
gada, le rindió el sueño y quedó profundamente 
dormido. , 
Pero, ¡qué sueño el suyo! 
Aquellas víctimas de su usura llegaban cogidas 
de la mano hasta su lecho: separaban la cama de 
su sitio, levantaban los ladrillos: y sacaban de allí 
su tesoro. | i ret 
—Manchego—decía la pobre madre á quien co- : 
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