A A AAA
CAPIPULO XVII
De tuno á tuno.
Indudablemente Zamarra era una alhaja sin pre--
cio, y de ello no tardó en convencerse el Man-
chego, | P
Cuando el muchacho entró á su servicio no ha- |
bía día que, por efecto de la situación por que el
país atravesaba, y á causa del hambre que ya se
dejaba sentir, sacara más de un duro.
Zamarra se dió tal maña, que poco después de-
unirse al Manchego, la noche que éste se retiraba.
- con menos del doble de aquella cantidad, se daba.
-á los demonios.
No era el Manchego hombre agradecido; pero,
atendiendo á su conveniencia, por nada del mundo.
se habría separado de Zamarra.
Éste, por su parte, había ido poco á poco ganán-
dose la confianza de su amo, y al mes de estar á su
servicio ya había conseguido que el Manchego le
1]