Full text: Tomo 1 (001)

   
RA 
  
  
  
LA CIEGA DEL MANZANARES. 221 
“le bastaba sangrar su tesoro; pero antes habría pre- 
ferido morir de hambre. Algo, sí, iba extrayendo 
poco á poco de la tinaja; pero tan poco era, que si 
no hubiera comido más que lo que comprarse pu- 
diera con aquello, no habrían tardado el Manchego 
y su lazarillo en ir al infierno á pagar sus muchas 
culpas. 
Pero Zamarra era hombre que se crecía en las 
grandes circunstancias, y en aquella época dióse 
tal maña para apropiarse lo ajeno contra la volun- 
tad de su dueño, era tal su limpieza de manos pa- 
ra el escamoteo, que no había cesta en el mercado 
de la que él no extrajese algo; cosa dificilísima en- 
tonces por la precaución con que se andaba para 
defender todo alimento de los infelices que, arras- 
trados por la desesperación, hubieran preferido 
morir en un patíbulo por ladrones, á dejar á sus 
hijos perecer, víctimas del hambre. 
Gracias á RR. fueron comiendo acuellas 
meses de Noviembre á Julio, en que la existencia 
en Madrid era punto menos que imposible. 
- Pensar que el exgranuja de regimiento, y gra- 
nuja siempre, trabajaba por afecto al Manchego, 
sería cándido qe 
Zamarra iba procurando ganarse la voluntad de 
su amo, merecer su confianza y alcanzar por este 
medio su propósito; esto es, descubrir dende. 8 guar- 
daba el ciego sus ahorros. 
Éste, mientras tanto, reflexionando sobre las ha- 
bilidades de su lazarillo, tenía una desconfianza 
 
	        
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