Full text: Tomo 1 (001)

  
PA 
26 LA CIEGA DEL MANZANARES. 
Pues con tu hermano León hablo todos los días, y 
en vez de llorar, me jura y me perjura que él ven- 
gará la sangre de su padre. 
¡Ah! pero mi León es todo un hombre. 
Él no es raquítico ni cobarde como tú. 
Él es fuerte como una encina, y en sus venas Co- 
rre la sangre de su padre. 
León es mi hijo, mi verdadero hijo. 
Respecto á tí, hasta dudo algunas veces que lo 
seas. 
—i¡Madre! 
— -Imbécil, tú no servirás nunca más que para 
ser persona decente-—como tú dices, —y yo abo- 
rrezeo, odio 4 muerte á todo el que lo sea. 
La Tuerta dejó de hablar al sentir ¡los-pasos de 
- dos caballeros que se aproximaban. 
Así que estuvieron cerca, la bribona se encorvó, 
y haciéndo que la costaba trabajo andar, se acer- 
có 4 ellos extendiendo la mano derecha y excla- 
- mando con voz compungida: 
—¡Nobles caballeros, una limosnita para esta 
pobre anciana y enferma que no ha comido desde 
ayer. | | yn S 
Uno de los transeuntes, compadecido, puso una 
pieza de dos cuartos en la mano de la falsa pordio- 
sera. : A 
- —¡Dios se lo premie y le conceda su santa glo- 
ria! —exclamó la Tuerta haciendo que besaba con- 
“movida la moneda. 
Después, acercándose á Casimiro, le dijo:. 
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